Estudios longitudinales

Muchos investigadores del ámbito de la actividad física indican que la práctica de actividades físico-deportivas durante la niñez y la adolescencia puede ser un estímulo para crear hábitos en el futuro (Malina, 1996). Diversos estudios han investigado la relación entre la práctica de actividad física en niños y adolescentes con la práctica cuando ellos mismos son adultos, encontrando una baja o moderada asociación.
Las correlaciones entre la actividad física realizada durante la adolescencia (13-18 años) y la edad adulta joven (21-35 años) son generalmente bajas, y cuando el intervalo de edad se incrementa, la correlación declina (Taylor y cols., 1999).
Telama y cols. (1997) midieron mediante cuestionario la actividad física de ocio y tiempo libre de niños y adolescentes de ambos géneros (9, 12, 15 y 18 años), volviendo a medir 9 y 12 años después. La participación en actividades deportivas competitivas y en la clase de Educación Física fueron los mejores predictores de la actividad física realizada en la edad adulta.
Tammelin y cols. (2003b) evaluaron mediante cuestionario, la actividad física realizada por hombres y mujeres a la edad de 14 y 31 años. La participación frecuente en deportes después del horario escolar en la adolescencia se asoció a un alto nivel de actividad física en la edad adulta.
En hombres, la participación en deportes de pelota, deportes de resistencia aeróbica intensa, deportes al aire libre y deportes de combate estuvieron asociados a un alto o muy alto nivel de actividad cuando eran adultos. En mujeres, esta relación se encontraba con la práctica de la carrera, orientación, deportes al aire libre, ciclismo, gimnasia y el paseo andando.
Estos autores concluyen que la práctica deportiva, al menos una vez a la semana en mujeres y dos veces a la semana en hombres, se asoció a un alto nivel de actividad física cuando eran adultos. La participación durante la adolescencia en deportes de resistencia aeróbica y aquellos deportes que requieren del desarrollo de diversas habilidades deportivas parecen ser las más beneficiosas a la hora de lograr que sean adultos activos.
Aarnio y cols. (2002) estudiaron los cambios en el patrón de actividad física en el tiempo libre y la condición física autopercibida, desde los 16 hasta los 18 años. Sus resultados muestran que la estabilidad en la actividad física fue mayor en aquellos que participaban en diferentes tipos de deportes.
En los chicos, la proporción de sujetos que mantienen su práctica es mayor en los que practican actividades de resistencia aeróbica y musculación, y en las chicas en aquellas que participan en juegos de pelota. Aquellos que participan en deportes organizados persisten más en su práctica que los que no participan.
Kuh y Cooper (1992) analizaron, con regularidad, una muestra de hombres y mujeres desde su nacimiento hasta los 43 años, encontrando que un mayor nivel educativo se asoció con una mayor frecuencia de práctica deportiva y menos problemas de salud en su infancia.
Barnekow-Bergkvist y cols. (1996) investigaron los patrones de práctica de actividad física a la edad de 16 años y los factores que pueden contribuir a explicar los hábitos de actividad física de estas mismas personas a la edad de 34 años. Sus resultados muestran que las experiencias tempranas de actividad física a la edad de 16 años disminuyen el riesgo de ser sedentario en la edad adulta. A la edad de 34 años, vivir en pareja, tener niños y pertenecer a una clase social alta, en el caso de las mujeres incrementaba el riesgo de ser físicamente inactivo. Las creencias positivas sobre los efectos saludables del ejercicio físico disminuía el riesgo de ser sedentario tanto en hombres como en mujeres.
Osler y cols. (2001) analizaron a un niños entre 6 y 18 años en el año 1979 y 13 años después. Las mujeres fumadoras, mayores de 25 años y con menor nivel educativo eran menos activas. En chicos jóvenes, un bajo nivel de actividad física en el tiempo libre estuvo asociado con la actividad laboral de su padre.
En base a los resultados de estos estudios debería promocionarse la participación deportiva en la adolescencia, ya que tiene efectos beneficiosos a largo plazo en la salud cuando son adultos, al reducir la probabilidad de una conducta sedentaria. Que los hábitos de ejercicio físico en la infancia puedan persistir en la edad adulta es la mejor estrategia para promocionar una mejora de la salud de la población adulta. No obstante, no todos los estudios corroboran esta relación.
Algunos estudios han dado un paso más, introduciendo un programa de intervención para conocer su efecto longitudinal en el tiempo. Trudeau y cols. (1999) valoraron mediante cuestionario la influencia de un programa de Educación Física en primaria (5 horas cada semana durante 6 años) sobre los niveles de actividad física, actitudes hacia la misma y la percepción de barreras para su práctica cuando son adultos.
En este estudio se utilizó un grupo control que siguió un programa de Educación Física de una sesión semanal de 40 minutos. El programa se aplicó entre los años 1970 y 1977 y la evaluación de sus resultados se realizó entre 1995 y 1996. En el estudio participaron un total de 720 personas (386 mujeres y 334 hombres), de los cuales 147 formaban parte del grupo experimental (76 mujeres y 71 hombres).
Sus conclusiones muestran que una Educación Física diaria en la etapa de primaria tiene un efecto positivo a largo plazo en los hábitos de práctica de actividad física de las mujeres, pero no en los hombres. En estos, se observó una influencia positiva del programa sobre el consumo de tabaco, reduciéndose su consumo regular de forma significativa (Tabla).

 

Tabla. Resumen de los resultados principales del estudio de Trudeau y cols. (1999).
FRECUENCIA DE ACTIVIDAD FÍSICA

Grupo

0-3 veces al mes (sedentario)

1-2 veces por semana (moderadamente activo)

3 veces o más por semana (activo)

Experimental (Total)*

36,1%

35,4%

28,4%

Mujeres*

31.6%

32,9%

35,5%

Hombres

40.8%

38,0%

21,1%


Control (Total)

46.6%

30,7%

22,6%

Mujeres

49,5%

30,1%

20,2%

Hombres

43,2%

31,5%

25,5%

* p < 0.05 diferencias entre grupo control y experimental

CONSUMO DE TABACO EN LA ACTUALIDAD

Grupo

Regularmente

Algunas veces

Nunca

Experimental (Total)*

15,6%

6,8%

76,9%

Mujeres

19,7%

5,3%

73,7%

Hombres**

11,3%

8,5%

80,3%


Control (Total)

28,5%

5,3%

65,3%

Mujeres

26,4%

4,4%

68,9%

Hombres

30,8%

6,3%

61,1%

* p < 0.05 ** p<0.01 diferencias entre grupo control y experimental

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