Consideraciones finales

Es fundamental llevar a cabo programas de higiene postural que contribuyan a obtener una correcta disposición del raquis y que aseguren un crecimiento armónico de todas las estructuras que consolidan la columna vertebral. Sobre todo, es importante mostrar especial atención a la posición de sedentación, ya que es muy frecuente (Rodríguez y cols., 1999). Para poder iniciar programas de mejora de la higiene postural es preciso conocer los hábitos posturales de los escolares (Casimiro, 1999).

En el ámbito educativo adquiere gran importancia la posible intervención sobre aquellas deformidades del raquis que no han adquirido el grado de estructuración. Por tanto, el profesor trabajará sobre las deformidades posturales y, sobre todo, dada su alta prevalencia, en las actitudes cifóticas. En el caso de las alteraciones estructuradas, la intervención terapéutica quedará en manos del especialista en ortopedia que deberá indicar al profesor de Educación Física qué actividades pueden realizar el alumno en las clases (Rodríguez y cols., 1999).

Ante las exenciones de Educación Física con las que discrepemos con el médico, no debemos olvidar que el responsable del tratamiento de la deformidad es el médico que lleva ese caso y la última palabra sobre las actividades físicas que puede o no realizar ese alumno la tiene él. Nosotros debemos educar, pero sin poner en peligro la salud de nuestros alumnos y, por tanto, no podemos asumir ni prescribir la realización de actividades que sean potencialmente dañinas para la desalineación del alumno.

Este artículo está licenciado bajo Creative Commons Attribution 3.0 License