Natación

Tradicionalmente, la natación ha sido uno de los deportes más aconsejados por los terapeutas para el tratamiento y mejora de las algias y deformaciones raquídeas. Su indicación más habitual ha sido en el tratamiento de las escoliosis, si bien también se ha aconsejado para el tratamiento de desalineaciones en el plano sagital. En este sentido, con el objetivo de conocer el efecto que podía generar el entrenamiento específico de la natación, Pastor (2000) valoró el morfotipo raquídeo en una muestra de nadadores de élite de categoría infantil y promesa. Los resultados indicaron que la práctica de la natación de forma continuada en el tiempo y con un elevado volumen de entrenamiento provoca, en niños y púberes, una tendencia al incremento de la cifosis torácica sea cual sea el estilo de natación practicado, excepto en la mariposa. Los valores angulares de la curva torácica fueron mayores en los nadadores de categoría promesa. Además, encontró una mayor presencia de acuñamientos vertebrales en la transición tóraco-lumbar en aquellos nadadores que presentaban mayor cifosis torácica en flexión máxima del tronco. Aunque en las nadadoras no se encontraron modificaciones significativas en el grado de cifosis torácica ni en la lordosis lumbar, los estilos más cifosantes fueron los de braza y mariposa, siendo el de espalda el menos cifosante.